lunes, 19 de septiembre de 2011

Etiopía (II): ganarse la vida y no morir en el intento


Hoy volveremos a hablar de Etiopía. Precisamente esta semana está de fiesta porque acaba de celebrar el año nuevo, el 11 de septiembre, y ha entrado en el 2004 del calendario juliano.

Como ya os explicamos, este verano hemos tenido la suerte de poder viajar a Etiopía. Como turistas queríamos descubrir todos sus rincones, pero queríamos hacerlo de una manera responsable, y por eso la reflexión sobre la situación del país, y la voluntad de contrastar informaciones, romper tópicos y conocer a su gente fueron nuestras acompañantes de viaje. Pudimos conocer algunas de sus actividades económicas y la manera en la que lucha su gente para salir adelante a pesar del contexto económico mundial de la globalización. A lo largo de los días resolvimos algunas dudas, aunque otras se hicieron más grandes.

Mike es un taxista de Addis Abeba, lo conocimos el primer día y nos explicó que en 2010 el gobierno etíope había adoptado una estrategia nacional quinquenal, llamada Plan de Crecimiento y Transformación, que aspira a garantizar elevados índices de crecimiento anual y avances en los ODM, y nos planteamos que quizá esto estaría removiendo alguna cosa dentro del país.

Agricultura
Según el Banco Mundial, la economía etíope está basada principalmente en la agricultura. En 2009 absorbió más del 50% del PIB y más del 80% de la mano de obra, además, supuso un 80% de las exportaciones del país. Esta producción ha estado históricamente en manos de minifundistas y una parte de la producción probablemente no esté registrada en estadísticas oficiales.

Lo comprobamos. En el Norte las cosechas son bastante vulnerables y dependen de las lluvias. Se pueden apreciar diferentes tipos de cultivo: café, arroz, teff (el cereal que se utiliza para hacer la injera), maíz, frutas, etc. Mucha gente participa en las actividades vinculadas a la agricultura: los hombres trabajan el campo, las mujeres y los hombres mayores trajinan con la cosecha, los niños ayudan a venderla… Y en Lalibela nos sorprendieron las largas colas de gente esperando a recibir “la ayuda estatal” en forma de semillas, que curiosamente venían empaquetadas con sacos que tenían impreso el famoso logotipo del USAID. ¿En Etiopía no tienen semilas propias?, nos preguntamos.

El producto principal es el café, del que vive el 25% de la población. Este volumen de producción, que se dedica sobretodo a la exportación, unido a la variabilidad de los precios internacionales del café, hacen que el negocio sea muy inestable. De hecho, en la época de los 90 suponía más de un 50% de las exportaciones, pero esta cifra se ha ido reduciendo considerablemente a favor de otros tipos de exportaciones como ganadería, flores o cuero. La mayoría del café viene de fincas pequeñas, que cultivan un producto de alta calidad y de renombre internacional. De hecho, después de una larga batalla, en 2007 Etiopía firmó un acuerdo de asociación para la explotación con STarbucks, siendo los productores los que menos beneficiados resultaron.

Pero hay más cosas que en los últimos años están comenzando a cambiar. Según Veterinarios Sin Fronteras, el gobierno pretende crear una extensión de 245.000 hectáreas para productos destinados a la exportación, en gran parte para plantaciones de caña de azúcar. La Unión Europea, China o la India también han comenzado a acaparar tierras, en un intento por controlar el precio de los alimentos y de plantar biocombustibles. Mientras, la mayoría de la ayuda alimentaria de emergencia que recibe hoy en día Etiopía ante la crisis es de importación.

Turismo
El turismo ofrece un interesante potencial de crecimiento, ya que Etiopía tiene una gran riqueza en monumentos históricos y paisajes. El gobierno también está desarrollando planes de mejora de la oferta turística, como la promoción del país en el extranjero o la inversión en infraestructuras. Pero tiene una contradicción: por un lado, quiere potenciar el turismo, sector que no llega a un 10% del PIB. Por otro, recibe legítimamente dinero de la cooperación internacional, que en 2009 supuso más de 3.000 millones de dólares, lo que da una imagen internacional de extrema pobreza y que a la vez actúa como repelente del turismo.

En Lalibela conocimos a Amar, preocupado porque en la guía de viajes Lonely Planet (conocida por los locales como la biblia de los farenji) en lugar de poner el nombre de su hotel, Amar, habían puesto Adam. Amar empezó a ganarse la vida como muchos otros chicos, haciendo trabajos vinculados con el transporte de personas, hasta que pudo tener unos ahorros para comprar un minibús. Ahora tiene un hotel propio, en construcción, y un jeep, que utiliza sobre todo para el transporte de los turistas. Nos confesó que tenía fe en las potencialidades turísticas del país.

En Gonder, un joven guía, Anamay, nos explicó que su gran vocación de estudiante eran las ciencias, pero que sus profesores le recomendaron estudiar historia para poder trabajar de guía en una de las ciudades más turísticas del país. Y tiene razón, un guía se puede ganar bastante bien la vida en el país, la vocación ya es otra cosa.

Trabajos cualificados
Etiopía ha cambiado mucho en los últimos años en temas educativos, nos lo explicó con detalle Marta Pocurull. El gobierno de Meles se propuso mejorar el sistema educativo del país para que hubiera educación básica en todas las ciudades y pueblos, y puso especial énfasis en las zonas rurales.

En la actualidad hay más población educada y con opciones de elegir lo que quiere hacer. Pero, según Pocurull, el hecho de que Etiopía haya seguido una tradición comunista durante décadas ha generado una bolsa de personas licenciadas, a las que el Estado proveía de trabajo, y que ahora se suman a los nuevos graduados.

En este contexto, hay una gran cantidad de personas licenciadas con altas expectativas que no tienen trabajo, así que más gente deja las zonas rurales para intentar ganarse la vida en las ciudades. Encontrar trabajo, muchas veces, pasa por tener contactos y todavía no hay suficientes empresas privadas para ofrecer más puestos de trabajo. A pesar de esto, las estadísticas del Banco Mundial de 2005 dicen que del porcentaje total de personas sin trabajo, entre un 17 y un 20% de la población, sólo un 3,2% son personas con estudios universitarios.

En Wukro coincidimos con Hessen, uno de los jóvenes del proyecto Dalton. A pesar de las dificultades económicas, está estudiando horticultura en la Universidad de Hadar y también inglés por su cuenta porque sabe que esta lengua le puede abrir muchas puertas en un futuro próximo.

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En 2008 en Etiopía, según el Banco Mundial, había un 39% de personas que vivía por debajo del lindar de la pobreza, mientras el país crece a un ritmo de un 10% de su PIB en los últimos años. Después de conocer, hablar con gente del país y de leer sobre el tema, nos quedan algunas preguntas abiertas:¿Este crecimiento englobará a toda la población por igual? ¿Qué pasará en los próximos años con la apropiación de tierras? ¿Y con sus propietarios? ¿Será el gobierno capaz de generar puestos de trabajo estables y que permitan a las personas con formación crear riqueza dentro del país?

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