sábado, 22 de octubre de 2011

No quieren que las protestas se oigan fuera de Siria

La represión se ha cobrado más de 2.200 muertos en Siria desde el inicio de las movilizaciones. El gobierno ha reprimido con puño de hierro los deseos de cambio de la población en el país, y ha hecho todo lo posible para que las protestas no se oigan en el extranjero.

Varios activistas sirios que, desde el extranjero, apoyan la lucha pacífica de su país, han sido filmados, fotografiados, amenazados por funcionarios de embajadas y otras personas aparentemente afines al régimen. Y las represalias contra sus familias en Siria han sido muy graves.

“Esto es lo que sucede cuando su hijo se burla del gobierno”, les dijeron a Linah Droubi (en la foto) y a su marido tras recibir una paliza de las fuerzas de seguridad. Su hijo había participado en una manifestación pacífica en EEUU.

A Aladdin Mouhalhel lo torturaron para que identificara a su hermano en las imágenes de una concentración frente a la embajada siria en Madrid. Luego, le obligaron a llamarlo para pedirle que dejara de asistir a las protestas. Su familia no supo de él en semanas.

Millones de personas en Siria confían en la presión internacional para poder vivir sin miedo.

Amnistía Internacional

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