viernes, 9 de septiembre de 2011

Día de la persona Cooperante: un trabajo imprescindible en tiempos de crisis


Un año más se celebra el 8 de septiembre el Día del Cooperante, después de que el Consejo de Ministros del Gobierno español aprobó el 28 de abril de 2006 el Estatuto del Cooperante y la idea de reconocer y celebrar el trabajo hecho por este colectivo, en una fecha específica.

El día escogido fue el 8 de septiembre, ya que en esta fecha del año 2000, ciento ochenta y nueve Jefes de Estado y de Gobierno firmaron la llamada Declaración del Milenio, documento mediante el cual se comprometían a trabajar juntos para erradicar la pobreza extrema en el mundo y conseguir los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).

Ahora que los medios de comunicación llenan diarios e imágenes con la crisis alimentaria que sufre el Cuerno de África (el África Nororiental: Djibouti, Etiopía, Eritrea y Somalia), crisis también alterada ya hace mucho tiempo por diferentes sectores, parece que la idea del sistema de cooperación y el mundo de la ayuda se pongan en cuestión, viendo la evidencia de la situación de África en particular.

Si desde el sector de la cooperación al desarrollo se entiendo ésta como un instrumento para garantizar la justicia social, para conseguir unas relaciones Norte-Sur más justas, con una mejora del acceso del Sur a los mercados y a las tecnologías entre otras, tanto los organismos de cooperación gubernamental como los no gubernamentales (ONGDs) tenemos que defender mediante las políticas y acciones un crecimiento sostenible de las sociedades donde trabajamos y colaboramos, y la figura del/a cooperante es uno de los elementos clave.

Si desde una parte del sector de la cooperación se piensa que se necesitan cambios sustanciales en las relaciones internacionales, estos cambios no serán posibles sin la participación conjunta de muchos agentes implicados, y el/la cooperante es una figura más y decisiva con su trabajo, en este difícil entramado de la cooperación. Si, además, mencionamos las dificultades añadidas que está sufriendo el sector con los recortes públicos en los presupuestos de cooperación, como la aprobación por parte del Gobierno catalán de un recorte de los 49 millones del año 2010 a los 22 millones de euros del año en curso (Plan director de cooperación para el desarrollo 2011-2014), el trabajo del cooperante y de las organizaciones para las que trabaja se convierte en un difícil equilibrio laboral de malabarista.

El/la cooperante, como agente de la cooperación al desarrollo, tiene que saber gestionar con rigurosidad y con la precisión de un alquimista todas las herramientas de las que dispone destinadas a colaborar en el Sur, y sin olvidar, además, que es el puente entre dos culturas normalmente yuxtapuestas que entienden la realidad de manera diversa. Así pues, conseguir que la verdadera cooperación al desarrollo y sus objetivos no se vean desvirtuados a raíz de la crisis económica mundial y de la situación del sector, no es tarea fácil.

Desde la FLS, nuestro apoyo, un año más, al trabajo de tod@s est@s cooperantes

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